Brian Harman se proclama este domingo campeón del 151º British Open en el Royal Liverpool Golf Club. Resistió el zurdo de Savannah (Georgia, EE UU) en una jornada en la que las nubes descargaron todo lo que se habían guardado el sábado (aunque el viento brilló por su ausencia), y con su uno bajo par para -13 (271 golpes) se convirtió en el tercer ganador zurdo en la historia del torneo, tras Bob Charles, que levantó la Jarra de Clarete en 1963 en Royal Lytham, y Phil Mickelson, que se la agenció en 2012 en Muirfield. Jon Rahm, gran perseguidor en la jornada final, se tuvo que conformar con el segundo puesto a seis impactos del ganador (277 en total, -7).
No tiene el pedigrí de Tiger Woods ni el de Rory McIlroy, los dos golfistas entronizados en este siglo en Hoylake (el estadounidense en 2006 y el norirlandés en 2014), pero tampoco es un cualquiera el bueno de Brian, 26º en el ranking mundial, aunque lejanas, dos victorias en el PGA Tour (el John Deere en 2014 y el Wells Fargo en 2017), cinco top-10 este año en el circuito.
Ya había avisado, de hecho, el año pasado en St. Andrews con un sexto puesto (y este con un undécimo en el Scottish Open, la previa del British), su segundo top-10 en un grande tras el segundo conseguido en el US Open de 2017. Salió a la última ronda de esa cita líder con un golpe de ventaja y el par no le valió, devorado por un Brooks Koepka que empezaba a escribir en Erin Hills su historia de éxito en el Grand Slam del golf.
Parece que aprendió de aquello, porque tras ponerse líder el viernes con cinco impactos de renta, permaneció impasible el sábado ante la presión ejercida desde atrás, especialmente por un Jon Rahm que tiraba un 63 histórico, y este domingo solo se permitió cierta zozobra en los cinco primeros hoyos. Los completó en +2, bogeys al 3 y al 5, que entroncaban con un birdie de Rahmbo en el quinto para reducir la brecha a tres golpes. El escenario empezaba a recordar al Masters de Augusta, cuando el vizcaíno se comió los cuatro que le sacaba Koepka llegado ese domingo a 30 hoyos fruto del mal tiempo del sábado.
Pero Harman, que llegaba a la última vuelta primero en golpes ganados con el putter, sin haber fallado ni una sola vez desde tres metros o menos, ofreció otro clínic en los greenes. Salvó un par en el cuarto desde dos metros tras un mal segundo golpe y en el 6 y el 7 descontó los dos golpes con los que se había cargado de salida, embocando desde cuatro y siete metros respectivamente. ‘One put man’, ‘Hombre de un solo putt’, le gusta llamarle al siempre ingenioso Lee Trevino, y no es capricho.
Con un bogey de Rahm al nueve, pocos hoyos ya por delante para un McIlroy que se encendió con tres birdies del 3 al 5 para apagarse después, con Cameron Young cerrando los nueve primeros en +2, y con Sepp Straka haciendo la goma (nadie hizo más birdies que él, 21 a lo largo de la semana, pero los empañó con 12 bogeys), la victoria de Harman cogía forma. Ya había cerrado hacía rato su participación el donostiarra Adrián Otaegui, la sensación española el jueves, finalmente 55º con un +1 para +5.
El 32º campeón estadounidense distinto en la historia del British Open se materializó en unos nueve segundos en los que siguió a lo suyo: falló al fin un putt asequible en el 13 que le costó el bogey, pero reaccionó inmediatamente con birdies al 14 y el 15 (cuatro de sus seis bogeys de la semana los contrarrestó acto seguido), putt de 12 metros en el primero. Mientras Rahm, que se había dado un último clavo ardiendo al que aferrarse con un birdie al 12 tras un gran hierro, enterraba definitivamente sus opciones con un bogey al 14, que, sin embargo, no le apartó del que es su 12º top-10 en 29 majors disputados, el segundo en el British, certificado con un birdie desde lejos en el 18 que le dio el -1 para -7 (277 golpes en total) y la segunda plaza, su mejor resultado en este grande. Harman, por su parte, no será el campeón más celebrado, ni el más recordado en una edición algo descafeinada, que no ha visto en cabeza a ningún ganador de grandes en las tres primeras rondas, pero, como todos en este deporte, es merecido.